La primera vez que escuché hablar de la dinámica de grupos aplicada a la familia me pareció un término jeroglífico. Era adolescente y no entendía que hijos y padres formaran un grupo. Me faltaba metáfora, digamos.
Pasaron los años y me enamoré del concepto. Los roles que se reparten de forma tácita o inconsciente reproducen jerarquías y obligaciones distintas. Me llamó la atención -quizás porque yo era ¿soy? un poco así- esa lógica por lo que un integrante decidía tomar bajo su responsabilidad algo que el grupo dejaba de lado. Y lo asumía como propio.
Creo que ahí radica la diferencia entre las mujeres de este milenio con las del anterior. Para muchas de las más jóvenes, si no hay comida a la noche y todos están cansados, se tomará un café con leche. O se pedirá delivery. O se sacará algo prehecho del freezer aunque no guste demasiado. Lo mismo con la limpieza: el ama de casa barría todo, todos los días. Ya no. Cuando se puede. Y ni hablar del planchado: de ser necesario la ropa se cuelga chorreando y luego se dobla. Eso han aprendido ellas: no tomar como propios roles que no les pertenecen de forma excluyente.
¿Y nosotros, los varones? Estamos en un proceso sísmico que favorece la convivencia de capas geológicas en un mismo tiempo. Hay (pocos) matrimonios en que ella se destaca en lo profesional y económico y él -trabaje o no- asume lo cotidiano. Hay (bastantes) parejas en las que las tareas se reparten. Por ejemplo, yo cocino pero casi no sé usar el lavarropas. Es curioso: los hombres sumamos al asado varias aptitudes culinarias pero no conozco ninguno que entienda sobre la mejor o peor calidad de un suavizante de ropa. Existen fronteras, aún. Y más todavía en familias que conservan roles tradicionales, que las sigue habiendo.
Esos límites suelen ser bidireccionales. ¿Las mujeres llevan el auto al taller?Sí, pero si viven solas o si es “su” coche. En las familias con un vehículo esa tarea cae por default en nosotros.
Los roles, como piezas de un rompecabezas dinámico, cambian de titulares. Pero hay mucho aprehendido que define un tiempo lento. No es una revolución, dirían los historiadores, sino un paciente proceso de reforma.